EL CAMINO DEL CÓDIGO DIVINO
Un cristianismo no dual y el propósito misterioso de Dios
Ben Diez (Shì Chuán Fǎ)
Abad de Zen Oviedo
La vida muchas veces se nos presenta como un misterio. Nos preguntamos por qué suceden ciertas cosas, por qué experimentamos dolor, alegría o incertidumbre. En un cristianismo no dual, comprendemos que todo forma parte de un propósito divino, aunque este propósito es, en última instancia, incognoscible para nosotros. Al igual que un personaje dentro de un videojuego no puede comprender completamente el Código Fuente, nosotros, como seres finitos, no podemos abarcar el plan divino en su totalidad. Sin embargo, la fe nos invita a confiar en que todo es parte de un bien mayor.
1. El Código Fuente: la unidad esencial y el propósito misterioso
Todo lo que existe emana de una unidad esencial: Dios, el origen y el fin de todas las cosas. Pero este origen no tiene forma ni atributos que podamos entender completamente. Todo lo que vivimos, incluso aquello que no comprendemos o que consideramos injusto, forma parte de ese propósito.
- Romanos 11:36:
«Porque todas las cosas vienen de Dios, y existen por él y para él. ¡Gloria para siempre a Dios!»- Este versículo nos recuerda que la creación tiene un movimiento único: todo surge de Dios, se sostiene en Él y vuelve a Él. Lo que consideramos «bueno» o «malo» desde nuestra perspectiva es parte de este flujo infinito.
- Isaías 55:8:
«Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice el SEÑOR.»- Esto señala que el propósito de Dios es incognoscible desde nuestra comprensión humana. No se trata de un «bien» según nuestros deseos, sino de formar parte de un plan cuyo sentido último trasciende nuestra capacidad de entendimiento.
2. El Flujo del Sistema: la red de conexiones y la providencia amorosa
Todo lo que sucede en nuestra vida está interconectado: nuestras acciones, emociones y experiencias forman parte de un flujo mayor. En este nivel, reconocemos que nada escapa al cuidado divino, incluso los detalles más pequeños.
- Mateo 10:29-31:
«¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo vuestro Padre. Y hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Así que no temáis.»- Este pasaje nos muestra que no solo los grandes acontecimientos están dentro del plan divino, sino también los detalles aparentemente insignificantes. Si incluso los cabellos de nuestra cabeza están contados, todo lo que vivimos, por complejo que parezca, tiene un lugar en el entramado divino.
- Romanos 8:28:
«Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien.»- Este versículo se entiende en el sentido de que todo contribuye al propósito divino, incluso cuando no vemos el bien inmediato. No significa que cada evento sea placentero, sino que todo forma parte de un bien mayor, aunque no podamos verlo en el momento presente.
3. La experiencia concreta: vivir el presente con confianza
Aunque no comprendamos el propósito último, podemos vivir cada instante con confianza y apertura. En la experiencia concreta del presente, dejamos de resistirnos al «por qué» de lo que sucede y aprendemos a confiar en el «cómo» nos invita Dios a vivirlo.
- Salmo 46:10:
«¡Ríndanse! ¡Reconozcan que yo soy Dios!»- En este pasaje, se nos invita a soltar el control y descansar en la certeza de que Dios es el fundamento de toda realidad.
- Mateo 6:34:
«Así que no os angustiéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propia preocupación. Basta a cada día su propio mal.»- Jesús nos recuerda que vivir el momento presente es la mejor manera de aceptar la realidad como expresión del propósito divino.
El avatar y la ilusión de control
En un videojuego, el avatar parece ser un ente independiente, pero es solo una manifestación del sistema. De manera similar, creemos ser un «yo» separado que puede controlar el devenir de los eventos, pero en realidad somos expresiones de un flujo que nos trasciende.
- Job 1:21:
«El SEÑOR dio y el SEÑOR quitó; bendito sea el nombre del SEÑOR.»- Job reconoce la ilusión de control y acepta que todo lo que sucede —lo que recibimos y lo que perdemos— forma parte del plan de Dios.
Cuando comprendemos que no somos controladores separados, dejamos de resistirnos al presente y nos abrimos a la posibilidad de vivir con paz, aunque no entendamos completamente el propósito.
Integrando los tres niveles:
- Unidad Esencial (Código Fuente): Todo lo que existe viene de Dios y vuelve a Él.
- Interconexión (Flujo del Sistema): Nada ocurre fuera del propósito divino; incluso los detalles están bajo su providencia.
- Vivencia del Presente: Nuestra tarea no es controlar ni comprender todo, sino confiar y vivir cada momento con apertura.
Conclusión: fe en el propósito incognoscible de Dios
El cristianismo no dual nos invita a reconocer que, aunque no podemos conocer el propósito completo de Dios, todo lo que sucede forma parte de Él. Vivir con esta comprensión nos permite soltar la ansiedad y abrirnos al presente con humildad y gratitud.
Cuando comprendemos que «los cabellos de nuestra cabeza están contados» (Mateo 10:30), entendemos que nuestra existencia no es un accidente ni un error. No somos seres aislados en un mundo sin sentido, sino expresiones de un propósito más vasto de lo que podemos imaginar. Como enseña Romanos 11:36, «de Él, por Él y para Él son todas las cosas»: nuestra vida es una manifestación del Amor que lo abarca todo y hacia el que todo regresa.
Práctica cristiana no dual: «También está bien»
Esta práctica busca integrar el espíritu de entrega radical y aceptación plena ante la voluntad divina, inspirada en palabras como «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lucas 23:46) y «No se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lucas 22:42). Al mismo tiempo, incorpora la sabiduría del zen, que nos invita a aceptar cada circunstancia con el mantra interno «también está bien», soltando el control y fluyendo con lo que la vida nos presenta.
Propósito de la práctica:
- Soltar la resistencia interna a lo que sucede.
- Aceptar que, en última instancia, todo forma parte del plan divino, aunque no comprendamos su propósito.
- Vivir con la certeza de que estamos sostenidos en la unidad del amor de Dios.
Instrucciones de la práctica: «También está bien»
Duración sugerida: 10 a 15 minutos, según tu disponibilidad y necesidad.
1. Comienza con una oración de entrega
- Siéntate en un lugar tranquilo y adopta una postura cómoda.
- Cierra los ojos y respira profundamente tres veces, dejando que el cuerpo se relaje poco a poco.
- Recita internamente: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. No se haga mi voluntad, sino la tuya».
- Repite estas palabras varias veces hasta sentir que tu mente y corazón comienzan a calmarse.
Ejemplo práctico: Puedes realizar esta primera parte al comienzo de tu día o en un momento de agitación emocional, como una breve pausa antes de afrontar una situación compleja.
2. Trae al presente cualquier situación incómoda
- Piensa en algo que te genera ansiedad, preocupación o incomodidad. Puede ser una decisión que debes tomar, una conversación difícil o una emoción interna.
- Observa cómo esa situación te afecta emocional y físicamente.
- Siente esa emoción en el cuerpo, sin juzgarla. Nota si hay tensión, dolor o inquietud.
3. Practica la aceptación con el mantra «También está bien»
- Mientras inhalas y exhalas, repite suavemente en tu mente: «También está bien».
- Si sientes miedo: «También está bien».
- Si sientes tristeza: «También está bien».
- Si algo no sale como esperabas: «También está bien».
- Permítete abrirte al momento tal como es, sin buscar cambiarlo o resistirlo.
Nota adicional: Puedes practicar el mantra en movimiento (por ejemplo, mientras caminas), mientras realizas tareas cotidianas simples o incluso al conducir. Esta opción convierte la aceptación en una práctica dinámica y te permite aplicarla en diferentes contextos de tu día a día.
Recordatorio: Al decir «También está bien», recuerda que incluso esto forma parte del flujo divino. No es una resignación pasiva, sino una entrega activa y amorosa al plan de Dios.
Ejemplo práctico: Si estás en un atasco de tráfico y notas que surge impaciencia o irritación, repite: «También está bien». Practica respirar profundamente mientras aceptas lo que sucede.
4. Conecta con el propósito mayor de Dios
- Después de unos minutos de repetición del mantra, recita internamente: «Todo viene de Ti, Señor. Aunque no entienda, confío en que todo vuelve a Ti».
- Imagina cómo cada evento, emoción o pensamiento vuelve al amor de Dios, como las olas regresan al mar.
Nota: Si no puedes visualizar imágenes mentales, simplemente siente la intención de que todo se diluye en la inmensidad del amor divino.
5. Reflexión y cierre con agradecimiento
- Tómate unos momentos para notar cómo te sientes. Pregúntate:
- ¿Ha disminuido la tensión en mi cuerpo?
- ¿Siento un poco más de espacio interior para aceptar lo que es?
- Finaliza con una breve frase de agradecimiento, como: «Gracias, Señor, por recordarme que incluso esto forma parte de Ti».
Conclusión:
Esta práctica nos recuerda que la vida no se trata de controlar, sino de confiar. Así como Jesús entregó su espíritu al Padre en la cruz, nosotros podemos practicar la entrega en los momentos pequeños del día a día.
Con el tiempo, esta práctica se convierte en un acto de fe continua: una entrega al flujo de Dios, confiando en que su propósito es más vasto de lo que podemos comprender. Al repetir «También está bien», reconocemos que incluso las circunstancias difíciles forman parte del plan divino y nos abrimos a vivir con paz y humildad.
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Última revisión: 13 de enero de 2025