Los gathas —pequeños poemas de práctica para la vida diaria— son recordatorios que nos invitan a detenernos y habitar cada instante con atención suficiente y claridad de propósito. Nos ayudan a despertar en lo simple, y a redescubrir la profundidad de nuestras acciones cotidianas. Aquí presentamos la forma tradicional transmitida por Plum Village, junto con algunas adaptaciones al camino concreto de Zen Oviedo.


Gathas para empezar la jornada

Gathas para la meditación

Gathas para comer de manera consciente

Gathas para las actividades diarias


Al despertar esta mañana, sonrío.
Ante mí, un nuevo día.
Me comprometo a vivir plenamente cada momento
y a mirar a todos los seres con ojos de compasión.

(Versión de Zen Oviedo:)
Al despertar esta mañana, sonrío.
Ante mí, un nuevo día.
Me comprometo a vivir cada momento
con atención suficiente y cuidadosa,
a reparar el mundo desde mi lugar,
y a cultivar un vínculo sagrado
con valentía, preceptos y recato.

Mañana, mediodía, tarde y noche,
que todos los seres se cuiden bien.
Si por error piso a alguno de ustedes,
que se disipe su miedo a la muerte.
Homenaje al bodhisattva que trasciende el miedo.

¡Caminar sobre la tierra
es un milagro!
Cada paso consciente
revela el maravilloso Dharmakaya.

El olvido es la oscuridad;
la atención es la luz.
Cultivo la conciencia
para iluminar toda la vida.

Al hacer la cama con alegría,
ordeno mi vida.
Al cuidar cuerpo y mente,
poco a poco las aflicciones se disipan.

Al abrir la ventana,
mi mirada se funde con el Dharmakaya.
¡Qué maravillosa es la vida!
Atento a cada momento,
mi mente está clara como un río sereno.

El agua nace en altas montañas
y fluye por lo profundo de la tierra.
Milagrosamente, el agua llega a nosotros
y sustenta toda la vida.

Al lavarme la cara, limpio mi mente.
Al quitar el polvo,
la fuente de paz y alegría
llena todo mi cuerpo.

Al cepillarme los dientes y enjuagarme la boca,
me comprometo a usar un habla veraz y amorosa.
Cuando mi boca se llena de palabras correctas,
una flor florece en el jardín de mi corazón.

Al enjuagarme la boca, se limpia mi corazón.
El universo se perfuma con flores.
Cuando las acciones del cuerpo, el habla y la mente están en paz,
el lugar que habito se encuentra en paz.

La conciencia es un espejo
que refleja los cuatro elementos.
La belleza es un corazón amoroso
y una mente que se mantiene abierta.

Sucio o limpio,
creciente o menguante—
estos conceptos solo existen en nuestra mente.
La realidad del interser es insuperable.

El agua fluye sobre estas manos.
Que pueda usarlas sabiamente
para preservar nuestro precioso planeta.

Sin nacimiento ni destrucción,
más allá del tiempo y el espacio—
Tanto la transmisión como la herencia
residen en la maravillosa naturaleza del Dharmadhatu.

Al ponerme esta ropa,
me siento agradecido con quienes la hicieron
y con los materiales de los que está hecha.
Deseo que todos tengan lo suficiente para vestir.

(Versión de Zen Oviedo:)
Al ponerme esta ropa,
me siento agradecido con quienes la hicieron
y con los materiales de los que está hecha.
Recuerdo vestirme con recato
y deseo que todos tengan lo suficiente para vestir.

Un loto para ti,
buda en potencia.

Al inspirar, calmo mi cuerpo.
Al espirar, sonrío.
Morando en el momento presente,
sé que este es un momento maravilloso.

El Dharmakaya trae la luz de la mañana.
Sentado en quietud, mi corazón está en paz.
Sonrío.
Este es un nuevo día.
Hago el voto de vivirlo con consciencia.
El sol de la sabiduría brillará en todas partes.

(Versión de Zen Oviedo:)
El Dharmakaya trae la luz de la mañana.
Sentado en quietud, mi corazón está en paz.
Sonrío.
Este es un nuevo día.
Hago el voto de vivirlo con atención suficiente y cuidadosa,
con preceptos y recato,
recordando siempre lo que de verdad importa.
Que el sol de la sabiduría guíe nuestros pasos.

Al colocar mis zapatos con cuidado,
que cada paso que demos todos
sea siempre consciente,
entrando y saliendo con libertad.

Al entrar en la sala de meditación,
veo mi verdadero ser.
Al sentarme,
hago el voto de cortar todas las perturbaciones.

(Versión de Zen Oviedo:)
Al entrar en la sala de meditación,
veo mi verdadero ser.
Al sentarme,
hago el voto de cortar todas las perturbaciones,
sin necesidad de alcanzar nada.

Al encender esta vela,
ofreciendo su luz a incontables budas,
la paz y alegría que siento
iluminan la faz de la tierra.

Con gratitud, ofrecemos este incienso
a todos los budas y bodhisattvas
a través del espacio y el tiempo.
Que sea tan fragante como la misma Tierra
y refleje nuestros sinceros esfuerzos,
nuestra consciencia amorosa
y el fruto de la comprensión, que madura lentamente.
Que nosotros y todos los seres seamos compañeros
de los budas y bodhisattvas,
Que despertemos del olvido
y reconozcamos nuestro verdadero hogar.

Tan refrescante como una flor de loto,
tan brillante como la estrella polar,
al Buda voy
por refugio.

Sentarse aquí es como sentarse
bajo el árbol Bodhi.
Mi cuerpo es atención plena,
en calma y relajado,
libre de toda distracción.

Cuerpo, habla y mente en perfecta unidad;
envío mi corazón con el sonido de la campana.
Que quienes lo oigan despierten del olvido
y trasciendan todo pesar y toda ansiedad.

Que el sonido de esta campana
penetre profundamente en el cosmos.
Incluso en los lugares más oscuros,
que los seres vivos lo oigan con claridad
para que la comprensión pueda iluminar sus corazones
y puedan trascender, sin dificultad,
los reinos del nacimiento y la muerte.

Nota: Donde el gatha original dice: «penetre profundamente en el cosmos», en Zen Oviedo entendemos: «El sonido de la campana me recuerda: este instante está completo y es suficiente».

Al escuchar la campana,
soy capaz de soltar todas las aflicciones.
Mi corazón está en calma,
mis penas han terminado.
Ya no estoy atado a nada.
Aprendo a escuchar mi sufrimiento
y el sufrimiento de la otra persona.
Cuando la comprensión nace en mí,
también nace la compasión.

Los sentimientos vienen y van
como las nubes en un cielo ventoso.
La respiración consciente
es mi ancla.

Al limpiar
esta habitación fresca y tranquila,
¡surgen alegría infinita
y energía!

La mente puede ir en mil direcciones,
pero en este hermoso camino, ando en paz.
Con cada paso, sopla una suave brisa,
Con cada paso, florece una flor.

En estos vegetales frescos
veo un sol verde.
Todos los dharmas se unen
para hacer posible la vida.

Mi cuenco, ahora vacío,
pronto se llenará de preciosa comida.
Los seres en toda la tierra luchan por vivir.
Qué afortunados somos de tener suficiente para comer.

En esta comida
veo claramente
la presencia de todo el universo
sosteniendo mi existencia.

Este plato de comida,
tan fragante y apetitoso,
también contiene mucho sufrimiento.

Esta comida es el regalo de la tierra, el cielo, numerosos seres vivos y mucho trabajo duro y amoroso.

Que comamos con atención y gratitud para ser dignos de recibir esta comida.

Que reconozcamos y transformemos las formaciones mentales no saludables, especialmente nuestra codicia, y aprendamos a comer con moderación.

Que mantengamos nuestra compasión viva al comer de manera que reduzca el sufrimiento de los seres vivos, detenga la contribución al cambio climático y sane y preserve nuestro precioso planeta.

Aceptamos esta comida para nutrir nuestra fraternidad y hermandad, construir nuestra sangha y realizar nuestro ideal de servir a todos los seres vivos.

Con el primer bocado, practico el amor que trae alegría.
Con el segundo bocado, practico el amor que alivia el sufrimiento.
Con el tercer bocado, practico la alegría de estar vivo.
Con el cuarto bocado, practico el amor sin distinción hacia todos los seres.

Mi cuenco está vacío.
Mi hambre está satisfecha.
Hago el voto de vivir
para el beneficio de todos los seres.

Lavar los platos
es como bañar a un bebé buda.
Lo profano es lo sagrado.
La mente cotidiana es la mente de buda.

Esta taza de té en mis manos,
atención plena perfectamente sostenida.
Mi mente y cuerpo habitan
en el aquí y ahora.

(Versión de Zen Oviedo:)
Esta taza de café en mis manos,
atención suficiente con cuidado sostenida.
Mi mente y cuerpo habitan
en el aquí y ahora.

La tierra nos da la vida
y nos nutre.
La tierra nos recibe nuevamente.
Nacemos y morimos con cada respiración.

¿De quién es esta mano
que nunca ha muerto?
¿Quién es el que nació en el pasado?
¿Quién es el que morirá en el futuro?

Subiendo o bajando las escaleras,
mantengo mis pasos ligeros.
Si escucho el taconeo de mis zapatos,
sé que mi mente no está en paz.

Escucha, escucha,
este sonido maravilloso
me trae de vuelta
a mi verdadero ser.

Las palabras pueden viajar miles de kilómetros.
Que mis palabras creen entendimiento mutuo y amor.
Que sean tan hermosas como gemas,
tan hermosas como flores.

La mente es un televisor
con miles de canales.
Elijo un mundo que sea tranquilo y sereno
para que mi alegría esté siempre fresca.

Al encender el ordenador,
mi mente se conecta con el almacén.
Hago el voto de transformar las energías de los hábitos
para ayudar a que crezcan el amor y la comprensión.

Nota: Aquí «almacén» se refiere a la conciencia almacén (ālāyavijñāna), entendida en la escuela yogācāra como la conciencia donde se almacena todas nuestras semillas-potenciales.

¡Qué maravilloso es
fregar y limpiar!
Día tras día
el corazón y la mente se vuelven más claros.

Mientras barro cuidadosamente
el suelo de la iluminación,
un árbol de comprensión
brota de la tierra.

La luz del sol y el agua
hacen que las plantas estén frescas y verdes.
Cuando cae la lluvia de la compasión,
incluso el desierto se convierte en una vasta llanura fértil.

Me encomiendo a la Tierra;
la Tierra se encomienda a mí.
Me encomiendo al Buda;
el Buda se encomienda a mí.

(Versión de Zen Oviedo)
Me reconozco en la Tierra;
la Tierra se revela en mí.
Me reconozco en el Buda;
el Buda se manifiesta en mí.

¿Puedo cogerte, pequeña flor,
regalo de la tierra y el cielo?
Gracias, querido bodhisattva,
por hacer la vida hermosa.

Al arreglar esta flor
en el mundo saha,
el suelo de mi mente
es puro y sereno.

Nota: Aquí «mundo saha» se refiere al mundo de los fenómenos condicionados y siempre en movimiento, que en Zen Oviedo llamamos flujo del Sistema.

Al inhalar, siento mi ira.
Al exhalar, sonrío.
Permanezco con mi respiración
para no perderme a mí mismo.

La paz y la alegría
de un solo dedo del pie
son la paz y la alegría
de todo mi cuerpo.

Antes de arrancar el coche,
sé a dónde voy.
El coche y yo somos uno.
Si el coche va rápido, yo voy rápido.

En la basura, veo una rosa.
En la rosa, veo la basura.
Todo está en transformación.
Incluso la permanencia es impermanente.

Al inhalar,
me siento muy feliz de abrazar a mi seres queridos.
Al exhalar,
sé que son reales y están vivos en mis brazos.

La jornada se termina,
nuestra vida es un día más corta.
Observemos cuidadosamente
lo que hemos hecho.
Practiquemos con diligencia,
poniendo todo nuestro corazón en el camino de la meditación.
Vivamos profundamente cada momento en libertad,
para que el tiempo no se esfume en vano.

(Versión de Zen Oviedo)
La jornada se termina,
nuestra vida es un día más corta.
Observemos cuidadosamente
lo que hemos hecho.
Practiquemos con diligencia,
poniendo todo nuestro corazón en el camino
de los preceptos y del recato,
de la atención fiel y cuidadosa,
del vínculo sagrado de pareja.
Vivamos profundamente cada momento en libertad,
conscientes, sin caer en automatismos,
para que el tiempo no se esfume en vano.



Última revisión: 31 de mayo de 2025