Los preceptos no son consejos, ni sugerencias, ni ideales etéreos. Son compromisos reales e innegociables para quienes desean vivir en paz, florecer y construir relaciones saludables. No se adaptan a nuestros gustos ni a las modas del mundo: nos reforman a nosotros. Sin ellos, no hay camino espiritual posible. Todo lo demás se apoya sobre esta base. Porque ordenar la vida de acuerdo a los preceptos es vivir en armonía con el Dharma.

Los cinco preceptos básicos:

Los cinco preceptos adicionales:

Además de estos cinco preceptos básicos, en Zen Oviedo también practicamos cinco preceptos adicionales. Son una ligera revisión de los preceptos para novicios, tal como se presentan en Stepping into Freedom (1997), un manual de introducción al camino monástico escrito por el maestro zen vietnamita Thich Nhat Hanh (1926–2022). Porque sin este nivel de compromiso, no es posible destetar el ego y erradicar los deseos mundanos; y sin este destete, no hay paz, ni florecimiento, ni relaciones saludables.

Sin los preceptos —incluidas las normas de recato— no es posible construir relaciones saludables, y mucho menos sostener una pareja sagrada: ese lugar donde todo se juega. La conexión profunda, el amor genuino, el vínculo seguro, solo pueden florecer en un espacio ordenado, protegido y respetuoso. Donde no hay preceptos, reina el ego y se impone el caos. Y donde hay caos, no hay despertar.

Nota: El séptimo precepto se refiere, por ejemplo, a la mayoría de redes sociales, medios de comunicación, música popular, bailes, conciertos, videojuegos, novelas y revistas. Es decir, todo aquello que promueve comportamientos contrarios a los preceptos y al recato, que deforma la realidad, o que riega nuestras semillas negativas —como la tristeza enfermiza, la desesperación, el odio gratuito, la codicia o la sensualidad. También incluye aquellas prácticas que, aunque se presenten como terapéuticas o espirituales, estimulan la sensualidad, fomentan la desinhibición —que, en realidad, suele ser dar rienda suelta al ego— o contradicen las normas de recato.

Lo primero es observar los preceptos, pues son el fundamento del despertar supremo: los preceptos engendran tranquilidad, y la tranquilidad engendra sabiduría. No existe práctica espiritual sin la observancia de los preceptos. El Śūraṅgama Sūtra, que enumera cuatro clases de pureza, nos enseña claramente que el cultivo de samādhi, si no va acompañado de la observancia de los preceptos, no basta para eliminar las impurezas [de la mente]. Incluso si se produjera la manifestación de mucho conocimiento junto a dhyāna, esto nos haría caer en el reino de los māras (demonios malignos) y los extraviados. Por tanto, sepamos que observar los preceptos es de suma importancia. Los reyes dragón y los devas (deidades benévolas) apoyan y protegen a la persona que observa los preceptos, mientras que los māras y los extraviados la respetan y temen. Por el contrario, a la persona que rompe los preceptos, los fantasmas la llaman gran ladrona y no dejan ni las huellas de ella.

~ Xūyún (Nube Vacía, 1840–1959), el maestro zen chino más importante de los tiempos modernos, y abuelo espiritual de nuestro abad, el maestro Ben Diez

La práctica de los preceptos es la práctica del mindfulness (atención plena) correcto. Si no practicamos los preceptos, no estamos practicando mindfulness. Conozco a algunos estudiantes zen que piensan que pueden practicar meditación sin practicar los preceptos, pero no es correcto. El corazón de la meditación budista es la práctica de mindfulness, y mindfulness es la práctica de los preceptos. No podéis meditar sin practicar los preceptos.

~ Thich Nhat Hanh (1926–2022), monje zen vietnamita, uno de los maestros zen más importantes del mundo en nuestro tiempo

¡Déjate de tonterías! Si quieres vivir en paz contigo mismo y con quienes te rodean, si quieres florecer y construir una pareja sagrada, esfuérzate sinceramente en cumplir los preceptos momento tras momento, incluidas las normas de recato. No hay otro camino. Y quien diga lo contrario, aún no ha entendido qué es el despertar.

~ Ben Diez (nacido en 1977), abad de Zen Oviedo

No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos.

~ Jesús de Nazaret, en Mateo 7:21

¿De qué sirve, hermanos míos, que uno diga tener fe, si no tiene obras? ¿Acaso la fe podrá salvarle? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento cotidiano, y alguno de vosotros les dice: «Id en paz, calentaos y saciaos», pero no le dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no va acompañada de obras, está realmente muerta.

~ Santiago 2:14-17

En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: en que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Porque el amor de Dios consiste precisamente en que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son costosos, porque todo el que ha nacido de Dios, vence al mundo

~ Apóstol san Juan, en 1 Juan 5:2-4

Deseo que quien esté vinculado conmigo cumpla con los actos obligatorios […] ¡Escuchad, fuqarā’! Quisiera que aquel de vosotros que esté buscando romper los hábitos de su ego sea muy cuidadoso de no caer en algo que esté prohibido o desaprobado, para que su luminosa verdad espiritual no se vuelva oscurecedora, como le ha pasado a mucha gente del camino.

~ Mūlay ad-Darqāwī (muerto en 1823), líder sufí marroquí, el maestro sufí más importante del Magreb en su tiempo

Quien deja sus obligaciones (religiosas), ¿qué mérito tiene?
El mérito es cumplir lo que cada momento exige.

~ Aḥmad al-‘Alāwī (1869–1934), líder sufí argelino, el maestro sufí más importante del Magreb en su tiempo

La Suprema Sabiduría decretó que cada acto de obediencia de los preceptos atraería a la persona hacia Dios […] Lo contrario es lo que ocurre con la transgresión: cada acto pecaminoso aleja al individuo de Dios. […] El verdadero propósito de los preceptos es volvernos hacia Dios, llevarnos junto a Él y ser iluminados por Su rostro.

~ Moshé Jaim Luzzato (1707–1746), rabino italiano, uno de los maestros cabalistas más importantes de la historia

Última revisión: 31 de mayo de 2025