Esto es Zen Oviedo
Ben Diez (Shì Chuán Fǎ)
Abad de Zen Oviedo
Zen Oviedo no es un templo ni una comunidad como las demás. No hemos venido a escapar del mundo, ni a buscar vislumbres, ni a disfrazar el ego de espiritualidad. Hemos venido a vivir con verdad. A amar con todo el cuerpo. A morir sin traicionarnos.

Este camino no gira en torno a kenshō, satori ni promesas de más allá. Gira en torno a esto: Compartir la vida con atención amorosa, sin escapar del deseo, del cuerpo ni del vínculo. Porque el verdadero despertar no ocurre en una cueva, ni en una ceremonia, ni en un estado mental: ocurre cuando somos capaces de vivir, cuidar, gozar y perder con lucidez.
Como Siduri (hacia 1800 a. e. c.), que le dice a Gilgamesh: «Llena tu vientre, vive alegre, ama a tu mujer. Ese es el destino de los humanos». Como el Eclesiastés (hacia 200 a. e. c.), que nos recuerda que nuestra parte en la vida es gozarla junto a quien amamos, porque todo lo demás —incluso lo sagrado— es vanidad si no se encarna.
No hay cielo, ni infierno, ni más allá. Hay cuerpo. Hay vino. Hay ternura. Hay una mujer —o un hombre— que nos mira y nos exige presencia real. Ese es nuestro ‘dōjō’. Ese es el lugar donde practicamos.
No venimos a enseñar una técnica. Venimos a señalar una dirección: una forma de vida donde el vínculo amoroso, el recato, la acción concreta y la honestidad se entrelazan como práctica espiritual viva.
Aquí no hay espacio para espiritualismos blandos, ni para retiros sin transformación. Si vienes, que sea dispuesto a cambiar algo real. Tu ropa. Tu casa. Tu manera de mirar. Tu forma de amar. Porque sin acción encarnada no hay despertar: hay entretenimiento.
Zen Oviedo bebe del zen clásico, del mussar judío, del sufismo magrebí, de Ikkyū, de Marpa, de Morinaga, y de todas aquellas tradiciones que entendieron que la única espiritualidad seria es la que transforma la vida concreta.
Por eso hablamos de recato, pero no como represión: como respeto por lo íntimo, como protección de lo sagrado, como fidelidad al amor. Por eso hablamos de pareja, pero no como ideal romántico: como fuego que revela nuestras máscaras y nos obliga a amar de verdad, o a admitir que no sabemos.
Este camino no es para todos. No es para los que buscan consuelo sin riesgo. Es para los que han entendido que la intensidad no es el problema —es la vía.
Aquí no venimos a sentarnos una hora a la semana y luego seguir igual. Venimos a desmontar el ego como quien desmonta una torre de piedra. Con sudor, con ternura, con decisiones. Como Milarepa antes de ser digno del Dharma. Como Huìkě ante Bodhidharma. Como tú, si estás listo.
Zen Oviedo es un zen para quienes no quieren escapar del mundo, sino habitarlo con reverencia. Y el hogar —cuando se vive con entrega— es el templo más alto. La cama compartida, el altar. El cuerpo amado, el lugar donde se revela lo real.
Este es nuestro despertar. Esto es lo que podemos pedir a la vida. Y si hay paz, es esta: la de vivir sin adornos, amar con el alma entera y morir sin haber huido.
Si esto resuena contigo, tal vez este sea tu lugar. En Zen Oviedo no buscamos acompañarnos en la tibieza, sino practicar el arte sagrado de amar con verdad. Puedes unirte a nuestras sesiones online o escribir si sientes que estás listo.
Fundamento, raíces y visión de Zen Oviedo
(Para quienes desean comprender el contexto, la legitimidad y la inspiración que sostienen este camino.)
Zen Oviedo no es un experimento ni una escuela improvisada. Es la cristalización de un recorrido profundo, vivido con intensidad, estudio riguroso y una práctica encarnada. Fundado por el maestro Ben Diez (Shì Chuán Fǎ), Zen Oviedo representa una vía contemporánea de despertar, plenamente enraizada en el zen chino clásico, pero también nutrida por el mussar judío, el sufismo magrebí y otras tradiciones que han sabido integrar cuerpo, vínculo y despertar.
Este camino no busca reproducir estructuras rígidas ni fórmulas vacías. Su propósito es volver a la raíz viva del despertar: ese instante encarnado donde presencia, ternura y acción se entrelazan sin separarse.
Un camino con legitimidad real
El maestro Ben Diez ha recibido enseñanzas directas de diversos linajes tradicionales. Su práctica ha sido intensa y sostenida, incluyendo un retiro de tres meses en Plum Village con el maestro Thich Nhat Hanh (1926–2022), así como su ordenación en el templo Xūyún de Honolulu en 1998 por el maestro Zhìdìng (1917–2003), discípulo directo del venerable Xūyún.
El Venerable Xūyún (1840–1959) fue el gran revitalizador del zen chino moderno. Con más de 100 años de vida, reconstruyó monasterios, transmitió el Dharma con fuerza y claridad, y reunió múltiples linajes en una enseñanza viva, profunda y accesible. Su impacto fue tal que muchos lo consideran el mayor maestro zen de los últimos siglos.
Durante su viaje de estudios por China, el maestro Ben recibió directamente del maestro Jǐnghuì (1933–2013) —también discípulo del venerable Xūyún— el encargo de adaptar el zen a Occidente con fidelidad y autenticidad. Esa encomienda, más que una sugerencia, fue un mandato. Zen Oviedo es la respuesta encarnada a ese mandato.
Aquí no seguimos protocolos por tradición: seguimos una transmisión viva, validada por la práctica, el compromiso y la transformación real.
Preceptos y recato: corazón del camino
Zen Oviedo se edifica sobre una base clara: los cinco preceptos y el recato. Sin ellos, no hay claridad, ni vínculo real, ni vida transformada. Con ellos, lo espiritual deja de ser teoría o evasión, y se convierte en una forma concreta de habitar el mundo.
Los cinco preceptos son el cimiento del camino. No son ideales éticos ni normas opcionales: son compromisos innegociables para quienes quieren vivir con lucidez. Como dijo el maestro Thich Nhat Hanh: «sin preceptos no hay zen». Así de sencillo y así de claro. Cumplirlos no es solo un símbolo ni un gesto interior: es una práctica concreta que transforma nuestra vida y nuestras relaciones. Son normas vivas, no abstractas, y su cumplimiento es parte del despertar encarnado que proponemos.
El recato no es represión ni moralismo. Es el arte de custodiar lo sagrado: el cuerpo, el deseo y el vínculo. Sin recato, todo se banaliza. Con recato, el amor puede echar raíces profundas y se pueden construir relaciones saludables. Por eso fomentamos una forma de vivir que protege lo íntimo, honra el vínculo y evita ambigüedades afectivas o seducciones innecesarias.
Despertar en el corazón de la incertidumbre
No ofrecemos certezas metafísicas absolutas. El zen nunca lo ha hecho. Cuando el emperador Wǔ de Liáng (464–549) le preguntó al primer patriarca zen de China, Bodhidharma, quién era, respondió simplemente: «No sé». Esa respuesta, lejos de ser una evasiva, fue una afirmación radical de humildad. Un «no sé» que sigue retumbando, recordándonos que el despertar no requiere explicaciones definitivas, sino presencia lúcida ante el misterio. No saber no es ignorancia: es libertad.
Habitar la incertidumbre no implica pasividad, sino vivir con apertura. Por eso, en lugar de ofrecer dogmas, proponemos una dirección clara: atención suficiente, vínculos verdaderos, cuerpo habitado. El camino no es resolver el enigma del universo, sino vivir con autenticidad dentro de él.
Compasión sistémica y responsabilidad lúcida
La compasión en Zen Oviedo no es blandura ni ideal. Es comprensión profunda de los condicionamientos que moldean nuestras acciones, combinada con una respuesta clara que cuida sin justificar. A veces es ternura. Otras, un límite firme. Siempre, lucidez encarnada.
Metáforas vivas para un tiempo nuevo
Zen Oviedo utiliza también un lenguaje contemporáneo para iluminar el Dharma en nuestros días: hablamos del «Sistema» como red interconectada, del «Código Fuente» como raíz no-dual, y de cada ser como un nodo del flujo viviente. Estas imágenes no sustituyen la tradición: la amplifican y la actualizan.
Una práctica que se encarna en lo cotidiano
Nuestra escuela enseña gāthas para anclar la presencia en cada gesto, kōans para integrar las enseñanzas en nuestro cuerpo-mente, y prácticas de sexualidad sagrada, recato y vínculo para integrar cuerpo, deseo y amor como senderos legítimos hacia el despertar.
Zen Oviedo es una escuela para quienes desean una espiritualidad sin evasiones. Una práctica real, encarnada, intensa y luminosa. Una comunidad de seres que no quieren escapar del mundo, sino habitarlo con reverencia.
Nuestra independencia y una voz propia
Zen Oviedo es una escuela con vida propia. No dependemos de ninguna organización, templo ni corriente centralizada. Nuestra legitimidad nace del linaje, pero nuestra forma es viva, adaptada y encarnada. Creemos que el zen del siglo XXI necesita raíces reales y libertad creativa, no jerarquías huecas ni fórmulas inertes.
Para muchos de quienes lo conocen de cerca, el maestro Ben Diez representa una figura clave en la revitalización del zen en Europa. Su enseñanza, profunda y a la vez plenamente contemporánea, no busca construir una nueva ortodoxia, sino reavivar el corazón del despertar allí donde se había enfriado. Zen Oviedo es la expresión concreta de esa visión: un zen encarnado, lúcido y valiente.
Por eso existimos: para encarnar un zen que no teme al cuerpo, ni al amor, ni a la verdad.
Última revisión: 3 de abril de 2025